sábado, 19 de marzo de 2016

CAPÍTULO 1.



En este mundo hay dos tipos de personas: las que esperan y las que se hacen esperar, y Daniela siempre había sido de las primeras. Llevaba quince minutos esperando en la puerta del instituto a que sus amigas llegaran. Estaba impaciente, necesitaba entrar inmediatamente y saber su nota del examen de selectividad. Esas últimas semanas estudiando como una loca tenían que servir para entrar en derecho, aunque la verdad es que la nota de corta era bastante baja. ¡Gracias a Dios! Pensó la chica.
Tiró el cigarro al suelo cuando se dió cuenta de que probablemente ya había pegado dos caladas a la boquilla, cuando vio llegar a sus amigas a lo lejos. Venían a un paso muy lento, tranquilas y riendo. ¡Lo que le faltaba para terminar de ponerla nerviosa!
De pronto sintió unas manos que cubrían sus ojos y sonrió.
Me pregunto quién podrá ser...Escuchó la risa de su chico muy cerca de la oreja. Y eso le puso los la piel de gallina.
Álex y ella llevaban saliendo algo más de dos meses, aunque se conocían desde que entraron a primero de la ESO al instituto. Era el típico chico al que te quedabas mirando por los pasillos, esperando que se girara para saludarte, o sonreirte, o mirarte, o simplemente que pasara por tu lado. Lo que fuera, no importaba. Y ella no era distinta, aunque la verdad es que se le daba muy bien disimularlo. Pero ahora que estaban juntos no se preocupaba porque el supiera que estaba colada por él. Pasaba la mano por su pelo rubio recien cortado, se quedaba mirando como sus ojos azules se hacían mas oscuros conforme se alejaban de la pupila, como lamían disimuladamente su labio superior antes de besarla, su forma de bajar la mano por su cintura...
¡Hey tortolitos! Dejar los cariñitos para otro momento, quiero saber que va a ser de mi futuro.—No les dio tiempo a reaccionar cuando África ya había cogido a Daniela del brazo y la arrastraba dentro del instituto.
Eres una cortarrollos Afri.—Replicaba Helena negando detrás de ellas. Mientras Laura, su melliza, se dedicaba a correr hacia las listas. Todas la miraban, como si no supiera que se ha sacado la mejor nota de todo el instituto.
Juntas se acercaron a los tablones y buscaron sus nombres, o por lo menos lo intentaron, porque un gran grupo de personas se agolpaban al rededor de ellos buscando su nota. Daniela vió pasar a su lado a una chica llorando y se le hizo un nudo en la garganta. Probablemente la nota no era suficiente para entrar a la carrera que deseaba, ¿Y si a ella le pasaba lo mismo?
Laura salió de entre la multitud con una sonrisa de oreja a oreja y dando saltitos antes de abrazarse a su hermana Helena.
Supongo que eso quiere decir que ha ido bien.—Helena la abrazó fuerte y sonriendo.
-¡Un trece!¡Un trece! No me lo creo.
Se lo merecía, hacía meses que sus amigas no le habían visto el pelo. Y aunque ella siempre había preferido estudiar a salir de fiesta, había sido un sacrificio enorme que había tenido su recompensa. Es verdad que las demás también se habían esforzado mucho en sacar la máxima nota, pero por desgracia no solo el examen es suficiente, y ellas se habían relajado mucho durante el bachillerato.

Impaciente, Dani se acercó por fin al tablón y empiezó a buscar su apellido, bajó por las largas listas hasta que vió su nombre. Martínez Pérez, Daniela. Cogió aire antes de deslizar el dedo por encima del papel, y ver su nota. Un once. Lo había conseguido. Fue corriendo a los brazos de Álex y se abrazó muy fuerte a él. Mientras escuchaba que tal le había ido a sus amigas. Helena había conseguido llegar al diez, nota que le aseguraba poder hacer Marketing en muchas universidades. África tenía un ocho, aunque no estaba demasiado preocupada, ya que ella quería ser modelo y actriz y no tenía pensado ir a la universidad.
Enhorabuena Dani.—Su chico dejó un suave beso en sus labios que la hizo sonreír.
Un chico moreno, de estatura media y ojos oscuros se acercó a Laura. Fran. El chico por el que Laura llevaba colada desde primero de bachillerato, y aunque nunca se había declarado, ella sabía perfectamente que entre ellos no habría nada más que una buena amistad. No era su prototipo de chica guapísima, con un cuerpo y un pelo preciosos. Laura más bien siempre había sido la chica gordita y fea y de su grupo de amigas, o eso es lo que ella pensaba. En cambio su hermana Helena, apesar de ser mellizas, era todo lo contrario, ella sí que sería el prototipo ideal de Fran.
Hola Fran, ¿qué tal ha ido?
Muy bien, he sacado casi un diez, y todo gracias a tu ayuda.—Envolvió a la chica en sus brazos, sonriente, mientras ella cerraba los ojos y lo abrazaba también, deseando que ese momento durara mucho más tiempo, se acomodó en el hueco de su cuello.
No me des las gracias, ya sabes que lo hago encantada.
Esta noche doy una fiesta en mi casa, por el fin del bachiller. Vente con tus amigas, no me falles eh.—Y dicho esto, se alejó corriendo con sus amigos.
¿Irás a la fiesta?

No me la perdería por nada.—Álex cogío a su chica de la cintura y ambos salieron del instituto, hablando sobre como sería todo el año que viene.

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