En este mundo hay dos
tipos de personas: las que esperan y las que se hacen esperar, y
Daniela siempre había sido de las primeras. Llevaba quince minutos
esperando en la puerta del instituto a que sus amigas llegaran.
Estaba impaciente, necesitaba entrar inmediatamente y saber su nota
del examen de selectividad. Esas últimas semanas estudiando como una
loca tenían que servir para entrar en derecho, aunque la verdad es
que la nota de corta era bastante baja. ¡Gracias a Dios! Pensó la
chica.
Tiró el cigarro al suelo
cuando se dió cuenta de que probablemente ya había pegado dos
caladas a la boquilla, cuando vio llegar a sus amigas a lo lejos.
Venían a un paso muy lento, tranquilas y riendo. ¡Lo que le faltaba
para terminar de ponerla nerviosa!
De pronto sintió unas
manos que cubrían sus ojos y sonrió.
—Me
pregunto quién podrá ser...—Escuchó
la risa de su chico muy cerca de la oreja. Y eso le puso los la piel
de gallina.
Álex y ella llevaban
saliendo algo más de dos meses, aunque se conocían desde que
entraron a primero de la ESO al instituto. Era el típico chico al
que te quedabas mirando por los pasillos, esperando que se girara
para saludarte, o sonreirte, o mirarte, o simplemente que pasara por
tu lado. Lo que fuera, no importaba. Y ella no era distinta, aunque
la verdad es que se le daba muy bien disimularlo. Pero ahora que
estaban juntos no se preocupaba porque el supiera que estaba colada
por él. Pasaba la mano por su pelo rubio recien cortado, se quedaba
mirando como sus ojos azules se hacían mas oscuros conforme se
alejaban de la pupila, como lamían disimuladamente su labio superior
antes de besarla, su forma de bajar la mano por su cintura...
—¡Hey
tortolitos! Dejar los cariñitos para otro momento, quiero saber que
va a ser de mi futuro.—No les dio tiempo a reaccionar cuando África
ya había cogido a Daniela del brazo y la arrastraba dentro del
instituto.
—Eres
una cortarrollos Afri.—Replicaba Helena negando detrás de ellas.
Mientras Laura, su melliza, se dedicaba a correr hacia las listas.
Todas la miraban, como si no supiera que se ha sacado la mejor nota
de todo el instituto.
Juntas
se acercaron a los tablones y buscaron sus nombres, o por lo menos lo
intentaron, porque un gran grupo de personas se agolpaban al rededor
de ellos buscando su nota. Daniela vió pasar a su lado a una chica
llorando y se le hizo un nudo en la garganta. Probablemente la nota
no era suficiente para entrar a la carrera que deseaba, ¿Y si a ella
le pasaba lo mismo?
Laura
salió de entre la multitud con una sonrisa de oreja a oreja y dando
saltitos antes de abrazarse a su hermana Helena.
—Supongo
que eso quiere decir que ha ido bien.—Helena la abrazó fuerte y
sonriendo.
-¡Un
trece!¡Un trece! No me lo creo.
Se
lo merecía, hacía meses que sus amigas no le habían visto el pelo.
Y aunque ella siempre había preferido estudiar a salir de fiesta,
había sido un sacrificio enorme que había tenido su recompensa. Es
verdad que las demás también se habían esforzado mucho en sacar la
máxima nota, pero por desgracia no solo el examen es suficiente, y
ellas se habían relajado mucho durante el bachillerato.
Impaciente,
Dani se acercó por fin al tablón y empiezó a buscar su apellido,
bajó por las largas listas hasta que vió su nombre. Martínez
Pérez, Daniela. Cogió aire antes de deslizar el dedo por encima del
papel, y ver su nota. Un once. Lo había conseguido. Fue corriendo a
los brazos de Álex y se abrazó muy fuerte a él. Mientras escuchaba
que tal le había ido a sus amigas. Helena había conseguido llegar
al diez, nota que le aseguraba poder hacer Marketing en muchas
universidades. África tenía un ocho, aunque no estaba demasiado
preocupada, ya que ella quería ser modelo y actriz y no tenía
pensado ir a la universidad.
—Enhorabuena
Dani.—Su chico dejó un suave beso en sus labios que la hizo
sonreír.
Un
chico moreno, de estatura media y ojos oscuros se acercó a Laura.
Fran. El chico por el que Laura llevaba colada desde primero de
bachillerato, y aunque nunca se había declarado, ella sabía
perfectamente que entre ellos no habría nada más que una buena
amistad. No era su prototipo de chica guapísima, con un cuerpo y un
pelo preciosos. Laura más bien siempre había sido la chica gordita
y fea y de su grupo de amigas, o eso es lo que ella pensaba. En
cambio su hermana Helena, apesar de ser mellizas, era todo lo
contrario, ella sí que sería el prototipo ideal de Fran.
—Hola
Fran, ¿qué tal ha ido?
—Muy
bien, he sacado casi un diez, y todo gracias a tu ayuda.—Envolvió
a la chica en sus brazos, sonriente, mientras ella cerraba los ojos y
lo abrazaba también, deseando que ese momento durara mucho más
tiempo, se acomodó en el hueco de su cuello.
—No
me des las gracias, ya sabes que lo hago encantada.
—Esta
noche doy una fiesta en mi casa, por el fin del bachiller. Vente con
tus amigas, no me falles eh.—Y dicho esto, se alejó corriendo con
sus amigos.
—¿Irás
a la fiesta?
—No
me la perdería por nada.—Álex cogío a su chica de la cintura y
ambos salieron del instituto, hablando sobre como sería todo el año
que viene.
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